Un momento de ternura y de piedad - Irene Cuevas

Ficha técnica del libro leído

Título: Un momento de ternura y de piedad

Autor (es): Irene Cuevas

Editorial: RESERVOIR BOOKS

Fecha publicación: 10/2024

Formato: eBook

Páginas: 184

Acerca de la autora

Irene Cuevas nació en Madrid en 1991. Estudió Derecho y un máster en Estudios Literarios en la Universidad Complutense de Madrid y más adelante cursó el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores. Algunos de sus relatos han sido publicados en los libros colectivos Bajo treinta. Antología de nueva narrativa española (Salto de Página, 2013) y Segunda parábola de los talentos (Gens, 2011). También ha sido incluida en la revista literaria Cuentos para el andén. En septiembre de 2012 y con motivo de las Olimpiadas Culturales celebradas en Inglaterra, fue becada para participar en el evento internacional WEYA (World Event of Young Artists) en la ciudad de Nottingham, donde expuso parte de sus trabajos y entró en contacto con artistas de todas las nacionalidades y disciplinas, dentro del programa Disorder. Actualmente es profesora de escritura creativa, relato y poesía. Algunas noches de luna llena se nombra hija apócrifa de Lucia Berlin y pincha música para corazones tiernos y desamparados. Es una yonki del amor y de la nostalgia. Un momento de ternura y de piedad (Reservoir Books, 2024) es su primera novela.

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Última reseña del 2024, pero ante todo quiero aprovechar el momento para despedir este año cerrando capítulos con gratitud y sonrisas.

A ti, amig@, ¡gracias de corazón por todo tu cariño y apoyo, por seguirme, leerme y comentarme mes tras mes! Agradezco infinitamente lo vivido y brindo por lo que está por venir. 

Que el 2025 sea para todos un año de nuevas oportunidades, grandes logros, bonitas experiencias, momentos inolvidables y lecturas sorprendentes.

Irene Cuevas nos obsequia una historia original, llena de corazón, sensibilidad y humor negro, una historia adictiva, narrada en primera persona, que te hace sonreír y te engancha hasta el final.

Una asesina a sueldo, atípica, adorable y tierna, con una imaginación desbordante, que come galletas y bebe leche con Nesquik. Una chica triste y solitaria, aún más desde que ella y Mona, su ex novia, lo han dejado y que paradójicamente se pasa la vida frenando los impulsos autodestructivos de su madre, a quien quiere mucho.

Mi madre es divina y suicida, como las mujeres norteamericanas de los años cincuenta que se cansaban de sus maridos y metían la cabeza en el horno en el que iban a hacer la tarta de cumpleaños. O que se atiborraban de barbitúricos. Ya no se pueden conseguir los barbitúricos debido al brutal número de suicidios que los pusieron de moda. Pienso mucho en esas mujeres: no querían casarse, y se casaron; no querían tener hijos, y los tuvieron; no querían jabón para abrillantar suelos, y lo terminaron comprando. Mi madre no soporta ese desfase entre lo que quiso y lo que tuvo. Supongo que en eso nos parecemos. Yo no quería una madre como ella, y es todo lo que tengo.

Una madre guapa que no ha sabido cuidarla, ni quererla. Un personaje sui géneris, cómico pero con un trasfondo trágico, cuyo único deseo es acabar con su propia vida y que ahora ella mantiene internada en una costosa clínica psiquiátrica, gracias al dinero que percibe con su peculiar trabajo.

Mato con las pastillas que le voy robando a mi madre de sus intentos de suicidio. Tenemos un arsenal en casa que podría derribar a cualquier mastodonte. Leo los prospectos y aprendo combinaciones mortales. Anticoagulantes y benzodiacepinas. Dabigatrán y Diazepam.

Una asesina infalible, singular, que muestra una aparente insensibilidad en su trabajo, mientras con mucha ternura y dulzura acompaña a las ancianas hasta el final, escuchando sus historias, abrazándolas, riendo y viendo fotos juntas.

Un negocio que marcha sobre ruedas hasta el día en que acepta a regañadientes un encargo diferente, especial, asesinar a una madre que no es anciana, pero que está enferma y ha envejecido bastante, así le ha dicho su hijo Iván, el que la ha contratado.

Lucía tiene sesenta y cuatro años y los pulmones atrofiados por una escoliosis, vive en una casa remolque en un descampado, a las afueras. Una máquina de oxígeno le acompaña, a la que llama Ben, para que la confundan con un marido.

Lo primero que siento cuando Lucia dice su nombre es que quiero salir corriendo. Iniciar una maratón y no girar la cabeza hasta que lleve cuarenta kilómetros como mínimo. Lo sé por el movimiento de mi corazón hacia afuera. Y porque lo veo irse palpitando lejos de mí y ya lo echo de menos.

¿Cómo?

¿No has preguntado por Lucia? Yo soy Lucia, dice.

Trato de mirarla como miro a mis ancianas. Colocada de piedad. No puedo.

Es sexy. Es tan sexy, de hecho, que me pongo a mover cualquier mueble para hacer mucho ruido y disimular que he empezado a sudar. Me sudan las manos cuando la gente es espontáneamente sexy. Es como si mi cuerpo no soportara esa presión.

Lucía es majísima, sensual y posee una sonrisa cautivadora que enamora. Y te preguntas entonces ¿qué ha podido hacer en el pasado para que uno de sus tres hijos quiera deshacerse de su madre? 

Y ella, una asesina a sueldo más que eficiente ¿será capaz de matarla cuando llegue el momento?

Gloria es la dueña de la caravana, vecina de Lucía, vive sola, ha huido del dinero y de los hombres. Cincuenta y cinco años, no tiene hijos y solo busca estar tranquila, un colchón calentito, algo de compañía, y, a veces, silencio. 

Rodri es su mejor amigo, y es también amigo de Mona, su ex, es aficionado a los videojuegos y tiene una tienda de comida debajo de su casa, una persona muy cariñosa que siempre está pendiente de ella y la cuida como puede, se conocieron en una circunstancia difícil, en uno de esos intentos de su madre por quitarse la vida. Se cayeron bien desde el primer instante y a partir de ese momento mantienen una relación bonita de amistad, de confianza, de preocuparse el uno por el otro.

Una novela difícil de olvidar y que te animo a leer.