Una historia brutal y conmovedora sobre el paso de la infancia a la adultez,
escrita con belleza, maestría y mucho amor.
Sinopsis oficial
Soy Betty Carpenter, nací en una bañera en 1954 y crecí en el pueblo de
Breathed, Ohio. De mis ocho hermanos fui la única que heredé la piel oscura de
mi papá Landon, que era cheroqui. De niña creía que ser cheroqui significaba
estar atado a la luna. También quería ser una princesa con un vestido hecho de
carcasas de cigarra y alas de violetas. ¿Tú te has visto en el espejo?,
me decía mi mamá Alka, que arrastraba tantas piedras del pasado como las que
tenía mi hermanito Lint en la cabeza. Yo ofrendaba flores de cerezo y medias
de nailon de mamá al río para quitarme el moreno, pero no funcionaba. Tampoco
le funcionaba el río a mi hermana Flossie, que le mandaba cartas a Elvis en
botellas que nunca recibían respuesta. Flossie nació para ser una estrella. Mi
dulce hermana mayor Fraya, en cambio, lo hizo para cargar con las piedras
malditas de las mujeres de la familia. Y yo nací, según papá, para ser la
calabaza, la protectora de mis hermanas.
Ese es tu cometido, Pequeña India. Él, con su magia ancestral y su
infinita ternura, me enseñó que era poderosa.
Inspirada en la historia de su propia madre, Tiffany McDaniel nos regala
este colosal coming-of-age lleno de lirismo y claroscuros. Para muchos, un
futuro clásico de la literatura rural estadounidense.
Ficha técnica del libro leído
Título: Betty
Autor (es): Tiffany McDaniel
Editorial: HOJA DE LATA
Fecha publicación: 2/2022
Formato: eBook
Páginas: 528
Acerca de la autora
Tiffany McDaniel
(Ohio, 1985) es novelista, poeta y artista visual. Su debut narrativo,
El verano que lo derritió todo (2016, St Martin’s Press; Hoja de
Lata, 2023), una novela rural sobre el diablo aterrizando en Ohio, llamó ya
poderosamente la atención en el mundo anglosajón y fue galardonada en 2016
con el Premio Not the Booker que concede el prestigioso periódico The
Guardian y con el Ohioana Readers’ Choice.
Betty, su segunda novela (2020, Knopf; HdL, 2022), inspirada en la
historia de su madre, se ha convertido en un bestseller internacional y ha
sido incluida entre los mejores libros del año en medios como The Guardian,
Glamour, Goop, Le Monde o la prestigiosa revista Lire, además de recibir
numerosos premios en 2020 y 2021, tales como el Nautilus Gold Book, el
Premio FNAC de Novela, el América a la Mejor Novela, el Premio de los
Libreros de Quebec, el Society for Midland Authors, el Friends of American
Writers de Chicago y el Ohioana Library Readers’ Choice.
En el lado salvaje (2023, Knopf; HdL, 2024), traducida ya a varios
idiomas, es su última novela.
Profundamente lírica y oscura, la obra de McDaniel aborda siempre temáticas
feministas, ecologistas y de cultura indígena norteamericana. Una de las voces
más preciadas de la actual novela rural estadounidense.
-------------------------
Fuente: hojadelata.net
-------------------------
Mis impresiones
Me encanta la prosa de Tiffany McDaniel.
El verano que lo derritió todo
fue mi primera experiencia con la escritura de esta autora, a la que le
siguió
En el lado salvaje, ambas novelas me fascinaron, me cautivó de inmediato su prosa lírica y su
narrativa profundamente conmovedora.
Este año regreso a ella con Betty, una impactante historia que he leído y debatido con mi gran amiga Marian
de
MarianLEEmásLIBROS, como
lectura conjunta
de nuestro
Club de lectura MavaMar.
Por si te apetece conocer la opinión de Marian, AQUÍ puedes leer su reseña,
te la recomiendo, no tiene desperdicio.
Betty
parte de la historia familiar de la autora, frágil y agridulce que se arraiga en el sur de Ohio, en las
ondulantes colinas de los Apalaches, a mediados del siglo XX, y
que lleva como protagonista y narradora a su madre, Betty Carpenter, la sexta hija de una familia numerosa,
mientras intenta descubrir su lugar en la sociedad y dentro de su propia
familia. Una familia disfuncional en la que el bien y el mal van de la
mano, siempre envuelta en un torbellino de abuso, ira y tragedia.
Una niña se hace mujer a punta de cuchillo. Debe aprender a soportar su filo. A que le corten. A sangrar. A cicatrizar y al mismo tiempo, de alguna forma, estar guapa y tener buenas rodillas para fregar el suelo de la cocina con la esponja cada sábado. O te pierdes o te encuentran. Estas verdades pueden discutirse hasta el infinito. ¿Y qué es el infinito sino un juramento confuso? Un círculo agrietado. Un espacio de cielo fucsia. Si lo bajamos a la tierra, el infinito es una serie de colinas onduladas. Una campiña de Ohio donde todas las serpientes que reptan entre la hierba alta saben que los ángeles pierden sus alas.
Tras años viajando, buscando en vano una vida mejor, los Carpenter
regresan al pueblo natal de Landon, Breathed, Ohio, en las estribaciones de los
Apalaches. Allí, se mudan a una enorme granja en ruinas que, según la leyenda local, está maldita.
Entrar en la casa era como cruzar el umbral de una tumba. Había hojas marrones secas amontonadas por el suelo de madera, que inicialmente había tenido una gran esfera de reloj pintada.
Esa casa ruinosa que intentan
restaurar con cariño,
marca los límites de un territorio donde el amor, la complicidad y la
bondad se enfrentan a la traición, el resentimiento, la violencia brutal,
el incesto y el asesinato.
El mundo que habitan es de pobreza y violencia, tanto externa como
interna y las historias que se entretejen son míticas y aterradoras, pero también hermosas y alentadoras.
Betty,
la "Pequeña India" como la llama su padre, es una niña sensible e
inteligente, además luchadora aguerrida
que se atreve con todo, enamorada de la naturaleza y de las leyendas que le
narra su padre, pero a medida que crece, debe aprender a soportar terribles
secretos y actos de crueldad que contradicen la visión mágica del universo que
él intenta transmitirle. Ella ha heredado su talento para contar historias, su amor por la
naturaleza y su piel oscura.
Mi padre tenía el pelo negro. Su piel era morena como los hermosos ríos con el lecho de barro en los que él se bañaba. En los ángulos de sus pómulos habitaban sombras. Sus ojos eran del color del polvo que él molía con cáscaras de nuez. Yo heredé esas facciones. La tierra se grabó en mi alma. En mi piel. En mi pelo. En mis ojos. Yo heredé esas cosas.—Porque eres cheroqui —me explicó papá cuando tenía cuatro años y edad suficiente para preguntar por qué la gente me llamaba morena—. Te llamarán cosas peores —añadió.
Landon,
el padre, un hombre pobre, pero rico de
corazón, que
desciende de los cheroquis y venera sus raíces. Es un poeta, un narrador de
historias
con las que busca a toda costa preservar su percepción entusiasta del
mundo.
Ama la naturaleza e intenta criar a sus hijos con ese mismo amor por la
tierra, un padre tierno y amoroso, un esposo devoto
que vive y actúa siempre por y para su familia.
Mi padre tenía alma de otra época. Una época en que la tierra estaba habitada por tribus que la escuchaban y la respetaban. Ese respeto creció dentro de él hasta que se convirtió en el hombre más maravilloso que he conocido en mi vida.
Alka Lark,
la madre, blanca de piel, una mujer compleja, fría y a veces cruel, que
arrastra un duro bagaje traumático y lucha contra sus propios
demonios.
Está rota de manera irreparable, ya no tiene una visión florida del mundo y transmite esa sensación a todas sus hijas,
sometiéndolas a su depresión, intentos de suicidio y constantes
recordatorios de que no tienen nada que esperar en la vida, casi como si intentara prepararlas para algo que sabe que se avecina.
Hay niñas que crecen con padres honrados, cariñosos y poseedores de un tierno vínculo con el corazón de sus hijas. Otras niñas crecen sin padres, y por tanto no saben lo que son los hombres buenos y no tan buenos. Las niñas con menos suerte crecen con padres capaces de levantar tormentas con el sol y el cielo azul. Mi madre fue una niña del último grupo y padeció una infancia de la que cualquiera huiría. Salvo que no tuvieses adonde huir.
Su salud mental afecta profundamente las relaciones familiares, arrastrada
incontrolablemente por oleadas de emociones, tanto buenas como malas, a menudo arremete contra sus hijos, especialmente contra Betty.
Una familia compuesta por ocho hijos,
cuyas vidas están marcadas desde temprana edad por un contexto de angustia
social y psicológica.
Todos muy diferentes entre sí, cada uno con sus peculiaridades, sus
pasiones y, sobre todo, con su propio tormento interior. Una familia que es una maraña de contradicciones.
... vengo de una familia de ocho hijos. Más de uno de nosotros moriría en los laureados años de juventud. Había personas que culpaban a Dios por haberles quitado muy pocos. Otros acusaban al diablo de haberles dejado muchos. Entre Dios y el diablo, nuestro árbol familiar creció con raíces podridas, ramas quebradas y hongos en las hojas.
—Crece amargado y torcido —decía papá del gran roble de nuestro jardín— porque desconfía de la luz.
Leland, el mayor, un
ser perturbador y oscuro que se une al ejército.
Fraya, dulce, sumisa y
reservada, asume el papel de madre cada vez que Alka entra en crisis.
Yarrow y
Waconda fallecen prematuramente, él a los dos años y ella a los diez días.
Flossie se cree una
estrella y sueña con mudarse a Hollywood.
Betty es la guardiana
de las historias familiares.
Trustin, el artista de
la familia, siente pasión por el dibujo.
Lint, un niño que se
altera fácilmente y que se dedica a coleccionar piedras.
Salvo por unos pocos personajes excéntricos e inofensivos, la mayor parte
del pueblo es decididamente racista y sexista y reacciona ante los Carpenter
con intolerancia, hipocresía y crueldad. El acoso en la novela, relacionado con la raza y el género, tanto dentro
como fuera del hogar, es profundo y doloroso.
Betty, con su piel oscura, sufre constantes insultos
tanto de sus compañeros de clase como de los profesores de su
escuela. Pero, a pesar de las
dificultades que enfrenta,
su curiosidad por la naturaleza, su profundo amor por sus hermanas y las
brillantes historias de su padre, alimentan su imaginación, y
ante todo lo que presencia,
descubre una vía de escape, la escritura...
—Cuando era niña me sentía como si tuviera hojas de papel pegadas a la piel —dije—. En esas hojas estaban escritos los nombres que me habían puesto. Polly la Indígena, Tomahawk Kid, Pocahontas, Mestiza, Piel Roja. Empecé a juzgarme a mí misma y mi existencia por todo lo que me decían, que se resumía en que yo no era nada. Por ese motivo, el camino de mi vida se estrechó tanto que se convirtió en un sendero de oscuridad hasta que se inundó y se transformó en un pantano por el que me costaba andar.»Me habría pasado la vida entera andando por ese pantano de no haber sido por mi padre. Fue papá quien plantó árboles en la orilla del pantano. En las ramas de los árboles, colgó luces para que yo viese en la oscuridad. Cada palabra que me decía dio frutos en medio de esas luces. Frutos que maduraron y se convirtieron en esponjas. Cuando esas esponjas cayeron de las ramas al pantano, absorbieron el agua hasta que me encontré en medio de un montón de barro. Cuando miré abajo, me vi los pies por primera vez desde hacía años. Me los sujetaban unas manos, cuyos dedos se enroscaban alrededor de las plantas de mis pies. Yo no conocía esas manos. Tenían tierra de jardín debajo de las uñas. ¿Cómo era posible que no reconociese las manos de mi padre?»Cuando di un paso adelante, las manos lo dieron conmigo. Entonces comprendí que todo el tiempo que creía que había estado andando sola, mi padre me había acompañado. Apoyándome. Sosteniéndome. Protegiéndome lo mejor que podía. Supe que tenía que ser lo bastante fuerte para valerme por mí misma. Tenía que dejar las manos de mi padre y salir del barro. Pensaba que me daría miedo recorrer el resto de mi vida sin él, pero sé que en realidad él nunca me dejará porque, a cada paso que doy, veo las huellas de sus manos en las pisadas que dejo.
La naturaleza y el espíritu humano se entrelazan a lo largo de toda la
trama. La tierra en sí misma juega un papel importante en toda la
obra
ya que según Landon, nos conecta con nuestra crianza, con las generaciones
que nos precedieron y con las personas que hemos amado y perdido. Además se entreteje hábilmente en la narrativa un tema peliagudo, el de la expulsión de los indios cheroquis de sus propias tierras, así como la anulación de sus costumbres y modo de vida.
Una historia al límite,
desgarradora, inmersa en todo aquello
que aún hoy intentamos vencer,
sexismo, racismo, pobreza, hipocresía, prejuicios, incestos.
Una lectura intensa, con muchas sombras, extremadamente real y dolorosa.
No es un libro para todos, pero la escritura de Tiffany McDaniel es de una
belleza impresionante
y compensa la dureza de los hechos narrados.
Su prosa lírica y rica en imágenes, añade luz a la historia
y desata un torbellino de emociones, atrapándote y seduciéndote de principio a
fin.
Un viaje a través del dolor, la resiliencia y la esperanza.
Una novela que permanecerá conmigo mucho tiempo.
Valoración
5/5
☕☕☕☕☕
Una maravillosa historia de resistencia y fortaleza.
0 comentarios:
Publicar un comentario
¡Tus comentarios son importantes para mí!
No te vayas sin dejar tu huella 😉